EL YAGUATENSE.NET,RD.-El Colectivo Mujer y Salud destacó que la
conmemoración del Día de la No Violencia Contra la Mujer encuentra a
República Dominicana sumida en la crisis de violencia machista que
arropa al país desde hace años, sin que se atisben por el momento
indicios de solución.

Destacan que para el período enero-septiembre de
este año, la Procuraduría General de la República contabiliza 112
feminicidios (126 hasta el día de hoy, según el Observatorio de
Ciudadanía Activa de las Mujeres) y más de 54,200 denuncias de violencia
intrafamiliar y de género, cifras escalofriantes que sitúan a nuestro
país como uno de los lugares más peligrosos del mundo para las mujeres.
Indican que “esta violencia -que en términos de
morbi-mortalidad representa una crisis de salud pública peor que el
dengue- es la manifestación más cotidiana y más mortífera de violación
de derechos humanos en nuestro país”.
Señalan que la incapacidad manifiesta de las
autoridades para hacer frente a este grave problema debe conducir a la
adopción de nuevos enfoques, nuevas estrategias y nuevos presupuestos en
el sector público. Pero también debe llevar a la ciudadanía a
preguntarnos cuáles son nuestras responsabilidades en la perpetuación de
este estado de cosas y qué podemos aportar a la búsqueda de
soluciones.
“Visto que la violencia contra la mujer no es una
simple cuestión delincuencial, sino un fenómeno ideológico y cultural
que afecta al conjunto de la sociedad, debemos reconocer que la solución
empieza con la lucha efectiva contra el machismo –o sea, contra todas
las formas de superioridad, dominación y control ejercidas por los
hombres sobre las mujeres”, indica el Colectivo.
Manifestaron que eso implica reconocer que los
feminicidios no se van a detener mientras siga vigente la doble moral
sexual que reduce la mujer a la condición de objeto sexual del varón,
negándole agencia sobre su cuerpo y su vida.
Señalan que esto implica reconocer que la
subordinación femenina y los privilegios masculinos que siguen siendo
evidentes en todos los ámbitos son el caldo de cultivo de la violencia
machista y que además, implica hablar de relaciones de poder en la casa y
en la cama, y no sólo en la esfera jurídica o laboral. Sobre todo,
implica desacralizar las certezas de la tradición y la religión que,
tras el disfraz de una presunta rectitud moral, siguen legitimando la
subordinación femenina.
“La reducción de la violencia machista exige
igualmente poner fin de una vez por todas a la impunidad que beneficia a
la mayoría de agresores. ¿Cuán efectiva puede ser una política pública
contra la violencia que sólo cuenta con 17 unidades de atención y dos
casas de acogida, frente a las más de 54,000 denuncias recibidas en lo
que va de año? ¿Es justo culpabilizar a las víctimas de feminicidio por
no denunciar previamente las agresiones sufridas, cuando las
estadísticas nos dicen que de las casi 65,000 denuncias recibidas en el
año 2011 sólo el 4% llegó a tribunales y sólo 66 agresores fueron
condenados?”, se pregunta el Colectivo.
EMBARAZOS EN ADOLESCENTES
Destacan que tampoco hay que olvidar a las miles
de niñas y adolescentes embarazadas cada año por hombres adultos en
flagrante violación al Art. 396 de la Ley 136-03, una práctica que el
Procurador prometió hace meses que iba enfrentar de forma implacable,
sin que hasta el momento se conozca el primer sometimiento judicial por
esta causa.
“Brillan asimismo por su ausencia las acciones
judiciales contra la violación sexual de mujeres adultas, un crimen que
pareciera no existir en el país a juzgar por la poca atención que
recibe y el número ridículamente bajo de sometimientos por esta causa
registrados cada año. ¿Y cómo dejar de mencionar la impunidad vergonzosa
de que disfrutan los curas acusados de abusar de menores, como nos
recuerdan el reciente descargo de Cordero Reyes en Bonao y la libertad
absoluta que siguen disfrutando los implicados de Higuey, el Padre
Johnny y los dos polacos?”, señalaron.
Manifiestan que ante este panorama desolador “nos
preguntamos: ¿Es casual este grado alarmante de impunidad o más bien
refleja las percepciones, prioridades y complicidades de un Estado y una
sociedad que siguen concentrando el poder de manera desproporcionada en
manos masculinas?”.
Finalmente, señalaron que la violencia machista
que arropa el país y que se manifiesta en todas las clases sociales y en
todos sectores religiosos obliga a una revisión crítica de los
estándares éticos, normativos e ideológicos que pautan tanto la vida
pública como el ámbito doméstico-familiar.
Aunque urge el cambio de
estrategia y el aumento sustancial del presupuesto público destinados a
combatir la violencia contra la mujer, éstos no serán suficientes
mientras no transformemos la mentalidad machista profundamente arraigada
en nuestra sociedad que la genera, promueve y perpetúa.